12 oct 2010

The Pixies en el Luna Park: Come on, Pilgrim!

pixies lunaEscuché por primera vez a los Pixies una tarde lluviosa. La tapa de Surfer Rosa, con su bailadora española en tetas me había hecho pensar en Cocteau Twins o algo por el estilo, que era la onda que venía escuchando. Nunca podré olvidar el momento en que las guitarras de Black Francis y Joey Santiago estallaron por primera vez en mis oídos como un latigazo. Y las melodías…podían tocar un hardcore, una balada o un rock con la misma ductilidad. Sonaban a todas las bandas y a su vez sonaban únicamente a ellos mismos. El vértigo con que tocaban los temas, la violenta frescura de las voces… Eran únicos y me enamoré de ellos para siempre. Escuché cada disco con un placer inefable, conseguí las caras b de sus singles y me hice una remera con una foto de ellos en la que tienen los ojos abiertos como si estuvieran alucinando después de comerse un extraño cactus.

Pasó mucho tiempo. El miércoles pasado los Pixies presentaban Doolittle en el Luna Park. Llegué temprano, con mis hermanos menores que apenas si habían nacido cuando yo gastaba los surcos de Doolittle o Bossanova y me senté a esperar. Me preguntaba qué sucedería cuando sonaran temas que había escuchado más de 100 veces y de a poco empecé a sentir curiosidad por los temas que tocarían además de algunos inevitables…entonces el escenario se cubrió unos instantes de humo blanco. Vi avanzar a Kim, la chica de la que todos quisiéramos ser novios. Detrás venían el enorme Black Francis, Joey y David. Tomaron sus instrumentos, David marcó 4 y comenzó el ritmo inconfundible de Bone Machine. Y de repente sentí un escalofrío, tomé conciencia de que los Pixies, la banda que partió en dos mi adolescencia, estaban ahí, a unos metros de mí, la música entró en mi cuerpo como algo físico y se me cayeron las lágrimas. No lo pude evitar.

Y a partir de ahí perdí mi forma humana en la intensidad del recital. Imposible no sucumbir a la andanada de Bone Machine, Broken Face, Something Against You, The Holiday Song…los Pixies podrían haber tocado absolutamente cualquier canción de su repertorio y hubiera sido festejada y amada. El sonido Pixie lo atravesaba todo, con esa mezcla de punk, garage, folk, surf y quien sabe qué más. Pasó Doolittle casi entero y por momentos siguiendo el orden del disco. Sonaron incluso Mr Grieves, Crackity Jones y Nº 13, baby. Y allí estaban, como si el tiempo no hubiera pasado, armados solamente de su cargamento de canciones alegremente violentas, perversas y dulces como Here comes your man o Wave of Mutilation o el cover de Winterlong de Neil Young que alguna vez fue una cara b. Las letras maniáticas y delirantes de Black Francis se escucharon como nunca esa noche. Una gran parte del  Luna gritando “You are the son of a motherfuckeeeeeer…” en Nimrod Son fue ciertamente emocionante.

La simpatía natural de Kim brillaba como un diamante al lado del lacónico Black Francis. La vocecita de Kim hablaba mientras Francis permanecía callado, imperturbable. Terminaron con Vamos!, aquel intento de mariachi alucinógeno, pero todos sabíamos que volvían. Y la lluvia eléctrica de Gigantic corrió la luz hacia Kim…

Pero el de los Pixies no fue un recital nostálgico. Para nada. Sonaban con la misma urgencia de siempre, como una furia desatada, Like a hurricane… (Neil Young dixit).

Con las luces ya encendidas tocaron dos canciones más: la emocionante versión de Wave of Mutilation que se alojaba en alguna cara b y la noise-psycho-sci-fi Planet of Sound. Alcancé a ver una nena que se sacudía como una sixty queen en anfetaminas.

Y terminó. Cuando ellos saludaron, todos y cada uno hacia los diferentes sectores del estadio con la mano en alto,el saludo parecía llegar realmente. Podrían haber tocado cualquier canción. Quisiera que hubieran tocado todas las canciones.

Esa noche la tormenta de electricidad, la voz dulcemente perversa de Kim y los alaridos de Black Francis podían aplastar al universo entero.

Black, hijo de puta, ¿cómo hacés para emocionarme cantando sobre ovnis, putas, incestos bíblicos y el perro andaluz?

Y la guitarra de Black Francis todavía sigue sonando y sonará para siempre, en el mejor recital de rock que se escuchó en Buenos Aires…

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