22 oct 2010

Rosario Bléfari y Adrián Paoletti: Diamantes de Espuma (primera parte)

adrian

El under argentino es cíclico. Cada tanto surgen un grupo de bandas que rápidamente los críticos, periodistas, managers (en fin, cualquiera menos los músicos) rotulan de diferentes modos tales como “sónicos”, “nuevo rock argentino”, “super pop” y cosas por el estilo. Sin embargo, casi siempre son bandas que sólo coinciden en espacio y tiempo. Los poetas Rosario Bléfari y Adrián Paoletti coinciden en varias cosas, por ejemplo en haber quedado, voluntaria o involuntariamente, fuera de esos rótulos que atravesaron los 90, y sin embargo, en retrospectiva, ser considerados como emblemas del indie noventoso.

A fines de los 80, Rosario entonaba algunas canciones como parte del dúo Temas Lentos mientras Adrián comandaba al Copiloto Pilato. Escribir en retrospectiva tiene sus curiosidades: por ejemplo, recuerdo que las primeras veces que vi a Suárez me preguntaba de dónde conocía a esa chica, hasta que el recuerdo me llevó a una noche en el Parakultural, cuando siendo literalmente casi un niño me encontré con Temas Lentos. No sé si hay algo grabado de ellos…le preguntaré a Rosario cuando la vea…se la veía tan frágil en la penumbra de aquel sótano…

El Copiloto Pilato, en cambio, era una banda desordenada, desprolija y buenísima. Ensayaban y tocaban cada muerte de obispo pero se las arreglaron para editar un disco hermoso compartido con El Lado Salvaje, ya sin la legendaria Mónica Vidal (sí, de ella también deberé escribir un día), pero sigamos. El Copiloto tocaba melodías pop atravesadas por un costado dark, y tenían ecos tanto de Joy Division como de Television, sobre esas melodías Adrián Paoletti desgranaba su poesía simple y compleja a la vez, con su voz desafinada, monocorde y sin embargo cálida como ninguna. La canción que abre el disco, Pies Rotos, donde canta cosas como escalando llegué a la cima/de tus pies rotos… es una de las primeras joyas del poeta de Monte Grande, dulce y triste a la vez…Poco tiempo después el Copiloto se separaba para transformarse en leyenda del under argentino. Recuerdo una noche en la que charlaba con Tornillo, el entrañable bajista, que me decía: “Tenemos un problema: nuestra música le gusta mucho a los músicos y los periodistas, pero no a la gente…” jajaja! Sublime.

 

Para cuando eso sucedía Rosario ya estaba al frente de Suárez. La carrera de Suárez es curiosa. Sus primeros temas, editados en el compilado de la revista Ruido en el 93, producidos por Melero, iba a ser su grabación más sofisticada y acabada hasta…su último disco. Porque inmediatamente se iban a rosariosumergir en un viaje low-fi del que sólo se irían despegando lentamente.

Los dos primeros discos de Suárez son parecidos. Temas sin producción. Sonido low-fi. Melodías dulces y melancólicas contaminadas por sonidos experimentales. Letras sutiles, como la nostalgia en un día lluvioso de primavera o de otoño. La otra faceta es más disonante. Algo improvisado. En las canciones más acústicas se percibe cierto aroma del rock setentoso argentino, pero superpuesto a sonidos indudablemente modernos. Efectos de guitarra, algo de noise… Ecos de Pastoral y Cocteau Twins a la vez…(espero que Rosario no me mate por decir esto, ajajaja).

En vivo, Suárez era imprevisible. Podían tocar sus canciones con alguna improvisación sorpresiva o podían colgarse 40 minutos ante lo cual quedaban dos opciones: pegarse un tiro o flotar en la maraña de su sonido. Yo a veces elegía una opción y a veces la otra.

De manera que esta etapa del grupo oscilaba entre las canciones de fogón noise y el experimento despiadado, con la aniñada voz de Rosario arrullando tu cabeza o gritándote al oído…

En una canción como Morirían ambas facetas se invaden. Rosario canta sobre una acústica “…y para siempre las hojas/morirían/del cielo a tus estrellas…” y después grita. Grita mientras una viola cargada de wawa irrumpe en un crescendo chirriante…

Algo que me atrapaba eran los títulos: había algo inconfundiblementadrian fernandae urbano y melancólico :“Conductor de Noche” o “Flores de Hotel”…En Horrible, el segundo disco, siguen desarrollando su low-fi pero consiguen algunas joyas como “Algo Difícil”, donde canta con otra hada del under: María Fernanda, que también iba a colaborar en el debut solista de Adrián Paoletti, o “Saludos en la nieve”.Algo difícil puedo hacer/alcanzar el sueño más grande/Voy a correr/siguiendo tu sombra de aeroplano/hasta llegar/a comandarlo…”

Otra curiosidad retrospectiva: para esta época Rosario participaba bastante en películas. Recordaba haber visto en algo llamado Color Escondido, una especie de clip larguísimo en el que Raúl de la Torre intentaba hacer (mal) cine “para jóvenes”. En ese film de 1988, pretendidamente onírico, había tres “Gracias” que se la pasaban desnudas toda la peli: una era Virginia Inocentti, la otra no me acuerdo, y la otra era mi querida Rosario. En algo acertó De la Torre: Rosario era, sin dudas, una auténtica “gracia divina”.

A partir de Galope hay producción. Los temas son redondos. Las melodías se vuelven más amenazantes e intrincadas. Paranoicas. Más influencia de rock (“Natación”, “Grandiosa”, “Bajo Kill”) con remansos como “Río de enero”, con aires de bossa. La faceta experimental se vuelve más organizada. Canciones mas estructuradas, como el disco en conjunto, que comienza con una gurinalda de canciones dulces que van desembocando hacia temas más disonantes y finalmente en los cuelgues “made in Suárez”.

Para este momento, Adrián Paoletti debutaba como solista con Paciencia, una especie de borrador juglaresco de lo que iba a desarrollar después. Si la memoria no me falla, Adrián debutó como solista en el bar de Palermo “La Luna”, junto a… Suárez.

Bien, para entonces se hablaba del Nuevo Rock Argentino, invento donde cabían Peligrosos Gorriones y Massacre, Juana la Loca y Fun People. Y aunque los protagonistas de esto tuvieron su acercamiento, seguían solos, tejiendo su aterciopelada alfombra de poesía.Falta decir mucho todavía, pero sigo en la próxima.

este es el disco del Copiloto Pilato:

http://www.megaupload.com/?d=ES09QPXT

y aquí, los dos temas de Suárez en el compilado de la revista Ruido:

http://www.megaupload.com/?d=4EMXHDIQ

12 oct 2010

The Pixies en el Luna Park: Come on, Pilgrim!

pixies lunaEscuché por primera vez a los Pixies una tarde lluviosa. La tapa de Surfer Rosa, con su bailadora española en tetas me había hecho pensar en Cocteau Twins o algo por el estilo, que era la onda que venía escuchando. Nunca podré olvidar el momento en que las guitarras de Black Francis y Joey Santiago estallaron por primera vez en mis oídos como un latigazo. Y las melodías…podían tocar un hardcore, una balada o un rock con la misma ductilidad. Sonaban a todas las bandas y a su vez sonaban únicamente a ellos mismos. El vértigo con que tocaban los temas, la violenta frescura de las voces… Eran únicos y me enamoré de ellos para siempre. Escuché cada disco con un placer inefable, conseguí las caras b de sus singles y me hice una remera con una foto de ellos en la que tienen los ojos abiertos como si estuvieran alucinando después de comerse un extraño cactus.

Pasó mucho tiempo. El miércoles pasado los Pixies presentaban Doolittle en el Luna Park. Llegué temprano, con mis hermanos menores que apenas si habían nacido cuando yo gastaba los surcos de Doolittle o Bossanova y me senté a esperar. Me preguntaba qué sucedería cuando sonaran temas que había escuchado más de 100 veces y de a poco empecé a sentir curiosidad por los temas que tocarían además de algunos inevitables…entonces el escenario se cubrió unos instantes de humo blanco. Vi avanzar a Kim, la chica de la que todos quisiéramos ser novios. Detrás venían el enorme Black Francis, Joey y David. Tomaron sus instrumentos, David marcó 4 y comenzó el ritmo inconfundible de Bone Machine. Y de repente sentí un escalofrío, tomé conciencia de que los Pixies, la banda que partió en dos mi adolescencia, estaban ahí, a unos metros de mí, la música entró en mi cuerpo como algo físico y se me cayeron las lágrimas. No lo pude evitar.

Y a partir de ahí perdí mi forma humana en la intensidad del recital. Imposible no sucumbir a la andanada de Bone Machine, Broken Face, Something Against You, The Holiday Song…los Pixies podrían haber tocado absolutamente cualquier canción de su repertorio y hubiera sido festejada y amada. El sonido Pixie lo atravesaba todo, con esa mezcla de punk, garage, folk, surf y quien sabe qué más. Pasó Doolittle casi entero y por momentos siguiendo el orden del disco. Sonaron incluso Mr Grieves, Crackity Jones y Nº 13, baby. Y allí estaban, como si el tiempo no hubiera pasado, armados solamente de su cargamento de canciones alegremente violentas, perversas y dulces como Here comes your man o Wave of Mutilation o el cover de Winterlong de Neil Young que alguna vez fue una cara b. Las letras maniáticas y delirantes de Black Francis se escucharon como nunca esa noche. Una gran parte del  Luna gritando “You are the son of a motherfuckeeeeeer…” en Nimrod Son fue ciertamente emocionante.

La simpatía natural de Kim brillaba como un diamante al lado del lacónico Black Francis. La vocecita de Kim hablaba mientras Francis permanecía callado, imperturbable. Terminaron con Vamos!, aquel intento de mariachi alucinógeno, pero todos sabíamos que volvían. Y la lluvia eléctrica de Gigantic corrió la luz hacia Kim…

Pero el de los Pixies no fue un recital nostálgico. Para nada. Sonaban con la misma urgencia de siempre, como una furia desatada, Like a hurricane… (Neil Young dixit).

Con las luces ya encendidas tocaron dos canciones más: la emocionante versión de Wave of Mutilation que se alojaba en alguna cara b y la noise-psycho-sci-fi Planet of Sound. Alcancé a ver una nena que se sacudía como una sixty queen en anfetaminas.

Y terminó. Cuando ellos saludaron, todos y cada uno hacia los diferentes sectores del estadio con la mano en alto,el saludo parecía llegar realmente. Podrían haber tocado cualquier canción. Quisiera que hubieran tocado todas las canciones.

Esa noche la tormenta de electricidad, la voz dulcemente perversa de Kim y los alaridos de Black Francis podían aplastar al universo entero.

Black, hijo de puta, ¿cómo hacés para emocionarme cantando sobre ovnis, putas, incestos bíblicos y el perro andaluz?

Y la guitarra de Black Francis todavía sigue sonando y sonará para siempre, en el mejor recital de rock que se escuchó en Buenos Aires…